Buscar este blog

miércoles, 31 de octubre de 2012

HALLOWEEN: Orígen de la palabra - curiosidades

Hola, homeschoolers: 
Aprovecho para tomarte un recreíto y compartirles esta curiosidad:

 

Una antiquísima tradición celta

Halloween
Por fuerza de la mundialización, tradiciones heredadas de esta antiquísima fiesta de origen celta se están extendiendo tan rápidamente en los países hispanohablantes que vale la pena echar una ojeada a su origen, por más que halloween no haya sido originariamente una palabra de nuestra lengua.

En la Antigüedad, en Bretaña, Escocia e Irlanda, se festejaba la fiesta de
Samhain el 31 de octubre, último día del año en los antiguos calendarios celtas y anglosajones. En esas ocasiones, se encendían grandes hogueras en lo alto de las colinas para ahuyentar a los malos espíritus, y se creía que las almas de los muertos visitaban sus antiguas casas, acompañadas de brujas y de espíritus. En algunas regiones de Galicia, se mantiene hasta hoy la antigua costumbre celta de hacer caras en calabazas huecas iluminadas con velas por dentro, cada noche de 31 de octubre.

Con la llegada del cristianismo, se estableció el primero de noviembre como Día de Todos los Santos, y el 31 de octubre pasó a llamarse en inglés All Saints' eve (víspera del Día de Todos los Santos) o también all Hallows' eve y, más recientemente, Hallows' eve, de donde derivó halloween. Hallow es palabra del inglés antiguo, significa 'santo' o 'sagrado' y, como el moderno vocablo holy, proviene del germánico khailag.

Muchas de las tradiciones de halloween se convirtieron en juegos infantiles que los inmigrantes irlandeses llevaron en el siglo XIX a los Estados Unidos y, desde allí, se han extendido en las últimas décadas por el mundo hispánico.

Extraído de: 
http://elcastellano.org/

Espero que les haya gustado. 
Cariños para todos, 
Ximena 


martes, 30 de octubre de 2012

La Tierra, el espacio, la evolución, el Big Bang... De todo un poco en un breve compendio de preguntas y respuesta

Hola, homeschoolers:
En esta entrada les acerco la copia de una entrevista realizada a una científica colombiana que lleva trabajando en la NASA desde hace más de 30 años.
La encuentro digna de compartir con los chicos porque no solo trata sobre el tema espacial, sino con palabras asequibles a todo público, explica brevemente cuáles fueron las etapas de nuestro planeta, los planes de exploración espacial a futuro inmediato, los riesgos sobre posibles choques de meteoritos...
En resumen, aquellos con manifiesto interés en la ciencia evolutiva de nuestro planeta y los avances científicos estarán más que contentos ;)


Posibilidades de que haya habido vida en Marte son altas


Adriana Ocampo dice que la Nasa es su casa. Entró como voluntaria cuando era apenas una adolescente y lleva más de 30 años trabajando allí. Claudia Rubio / EL TIEMPO





La científica colombiana de la Nasa habla de los descubrimientos del Curiosity

"Las posibilidades de que en Marte haya habido vida son muy altas", opina la científica Adriana Ocampo, barranquillera, alta funcionaria de la Nasa. Fue seleccionada como una de las 50 mujeres más importantes de la ciencia del mundo por la revista Discover. Adriana Ocampo es directora de la división de ciencias planetarias de la Nasa y participa en misiones como Curiosity a Marte y los programas de exploración en Júpiter.
Vive en Pasadena, California ("La Nasa es mi casa", dice) y vino a Colombia para participar en el primer encuentro latinoamericano de Mujer y Liderazgo, organizado por el Centro de Liderazgo y Gestión de Colombia.
Adriana Ocampo es hoy es una de las líderes de la misión Juno a Júpiter. Es directora del proyecto macro de la agencia espacial denominado Nuevas Fronteras. Participa en investigaciones que van desde el peligro de que un asteroide impacte la Tierra hasta la eventual construcción de un centro espacial de entrenamiento en la Luna, para enviar misiones humanas a Marte. Juno partió a Júpiter en agosto del año pasado y llegará en el 2016.
¿Cómo ingresas a la Nasa?
Haciendo voluntariado. Dan oportunidades a estudiantes de secundaria. Tenía como 15 o 16 años. La Nasa ha sido mi segunda casa. Mis padres llegaron a Los Ángeles porque mi padre trabajaba en compañías automotrices. Me gradué de secundaria, luego hice carrera universitaria y seguí creciendo. Me formé en la Nasa. Ahí llevo más de 30 años.
¿Qué cargo ocupa actualmente?
Soy la ejecutiva del programa Nuevas Fronteras, sobre exploración del sistema solar. Estamos ahora con la misión a Júpiter. Se llama Juno.
Pero ya hubo varios 'Junos'...
Ha habido muchos, pero en cohetes. Esta es una misión, una nave espacial. Por primera vez vamos a Júpiter con paneles solares. La última misión que acabamos de realizar se llama Osiris-Rex. Iremos al asteroide RQ36, que es potencialmente peligroso. Mide 560 metros de diámetro y podría colisionar con la Tierra. La probabilidad de impacto es de una entre mil. Las acciones para evitar el choque deben realizarse antes de 2050.
¿Pero es que se dirige hacia la Tierra?
Entre la Tierra y Marte hay un cinturón de asteroides. RQ36 tiene una trayectoria de cruce con la Tierra. Estamos estudiando cómo la orbita de ese asteroide puede ser cambiada en caso de que se aproxime mucho a la Tierra, a la que podría impactar causando un desastre. En el 2021 vamos a traer una muestra y a analizarla para saber cómo desviarlo.
¿Es un peligro real?
Por supuesto. Tenemos que ser conscientes de que vivimos en un sistema muy dinámico, que puede caer el asteroide y, si no estudiamos eso, nuestra civilización podría ser extinguida. Eso pasó cuando la Tierra estaba poblada por dinosaurios 65 millones de años atrás. Podría ocurrir nuevamente.
¿Cómo es la teoría de los dinosaurios?
Fue propuesta por científicos de la Universidad de Berkeley. Mi contribución fue la de descubrir el cráter donde realmente cayó este asteroide, que tenía más de 10 kilómetros en diámetro. Impactó en la península de Yucatán, y al encontrar el cráter del impacto, la teoría ya no fue hipótesis sino realidad. Tenemos las evidencias para afirmar que hace 65 millones de años la península de Yucatán fue impactada por un asteroide que cambió completamente la biosfera del planeta y causó la extinción masiva de más del 50 por ciento de las especies que entonces vivían.
¿Cómo un asteroide pudo provocar eso?
Vino la explosión, hubo incendios globales, megatsunamis, terremotos, surgieron nubes contaminadas de ácido sulfúrico y nuestro planeta quedó envuelto por una atmósfera venenosa. Eso duró más de 12 años. Para obtener las evidencias, en vez de usar isótopos de carbono 14, se emplearon otros para analizar las más antiguas piedras de Yucatán.
¿Hace 65 millones de años existía el hombre sobre la Tierra?
No. La ciencia ficción pone al hombre con los dinosaurios, y eso no es real. Jamás coexistimos. Nosotros descendimos de la evolución de los mamíferos. Los dinosaurios tenían necesidades muy grandes de comida. Al romperse el ciclo biológico, las nubes de ácido sulfúrico los envenenaron y los que alcanzaron a sobrevivir murieron de hambre hasta extinguirse. Los pequeños mamíferos sobrevivieron; vino la evolución, hasta llegar al ser humano; fueron la raíz primaria de nuestro origen. El Homo habilis evolucionó al Homo sapiens.
¿Cuándo y dónde se originó la vida en la Tierra?
Hace 3,5 billones de años. No está establecido que la vida nació en la Tierra...
¿Qué se necesita para que haya vida?
Hablando muy básicamente, tres elementos: material orgánico, una fuente de energía y agua líquida, que es clave para que se desarrolle la vida. Cuando la Tierra se formó, no tenía océanos ni atmósfera, no tenía aminoácidos. ¿Cómo surgieron esos elementos? La hipótesis es, y hay evidencias, que la Tierra fue bombardeada por muchos cometas que se originaron más allá de nuestro sistema solar. No nacimos aquí. Somos hijos de las estrellas y de una supernova.
Para que haya vida en cualquier planeta es indispensable que haya agua. ¿Qué planetas del universo tienen agua?
Marte tiene agua como la nuestra y tiene atmósfera. Hay un programa para llevar seres humanos a Marte en el 2030. Curiosity, que amarizó en agosto, comienza ahora a buscar nichos de vida. Ya confirmó que hay agua en Marte; lo que queremos saber es: ¿Hay vida en Marte? ¿Hubo y se extinguió?
¿Usted cree que sí hay vida?
No tenemos evidencias científicas sobre la existencia de vida en Marte o en otros planetas. Pero hay miles de estrellas en nuestra galaxia. Y existen millones y millones de galaxias. Estadísticamente, las probabilidades de que lo que pasó aquí haya sido replicado en Marte o otra parte del universo son altísimas. Es extraordinario lo que se está encontrando. Por ejemplo, la Nasa confirmó que en el sitio al que llegó el Curiosity hubo agua que estaba sobre la superficie. Hace millones de años, en Marte hubo agua, o sea, océanos. Hoy no la hay en su superficie, pero en el subsuelo sí. Tenemos imágenes de deslizamientos que lo confirman. Marte y la Tierra eran planetas gemelos. La Tierra, más grande; nuestro diámetro es dos veces el de Marte, por lo que el campo gravitacional de Marte no pudo retener en su superficie moléculas de agua. Con el cambio climático sobre la Tierra, si no cuidamos la composición de nuestra atmósfera, el agua podría desaparecer del planeta dentro de algunos millones de años. A propósito, ¿sabe usted cómo descubrimos el cambio climático en nuestro planeta? Gracias a Venus.
¿Cómo se supo del fenómeno en Venus?
Gracias a la exploración de ese planeta. Es tan caluroso que se derrite el plomo en su superficie. Venus tiene el mismo diámetro y la misma composición de la Tierra, y está al lado. ¿Qué pasó para que Venus se calentase tanto? Investigarlo condujo a descubrir que en la Tierra estaba ocurriendo lo mismo y se descubrió el efecto invernadero. Se hallaron grandes cantidades de dióxido de carbono. La temperatura tan elevada de Venus es porque sus gases capturan la energía solar. Tantos gases volcánicos de Venus quedaron atrapados en su atmósfera, y las temperaturas se elevaron. La información de la sonda Venus Express muestra que en el pasado Venus fue como la Tierra, pero tuvo una evolución muy diferente. Venus sufrió un calentamiento global que atrapó la radiación solar, generando temperaturas de más de 400 grados centígrados en la superficie. Venus no tiene el escudo magnético de la Tierra, por lo que su atmósfera ha recibido el embate directo de la radiación cósmica y el viento solar. Comprender los factores que influyeron en el calentamiento de Venus nos ayuda a evitar ese peligro aquí.
¿Qué planetas tienen atmósfera similar a la nuestra?
Marte. Tiene dióxido de carbono como la nuestra, pero menos oxígeno.
¿Qué ha sido lo más trascendental que ha descubierto Curiosity en Marte?
Que hubo agua líquida; que donde amarizó fue un lago; ahora va a empezar a escalar. El robot ya recibió la orden de la Tierra.
¿Cuánto demora una orden de la Tierra en llegar allá?
14 minutos. Tenemos tres satélites orbitando a Marte que reciben la orden y la retransmiten a Curiosity. El robot va a comenzar a escalar una gran montaña. No me sorprendería que eventualmente se haga el descubrimiento de un fósil o restos de algún organismo vivo. La probabilidad de que Marte haya tenido vida es muy alta.
¿Cuál es el objetivo fundamental de la Nasa con esta exploración del universo?
Obtener información para el bienestar de la humanidad. Entender mejor de dónde venimos. Cuál es nuestro papel aquí y para dónde vamos. Cuando lo sepamos, vamos realmente a evolucionar como civilización y como especie.
¿Para qué nos ha servido haber llegado a la Luna?
La Luna tiene agua en el subsuelo, en cantidades diminutas. Hace millones de años se desgarró un fragmento de la Tierra y ahí se formó la Luna. Este fragmento empezó a orbitar. No tiene atmósfera por su menor capacidad gravitacional.
¿Hay vida como la nuestra en el sistema solar en alguna parte?
A nivel de vida inteligente, es difícil que la haya en este momento. Pero no parece posible que en todo el universo seamos los únicos inteligentes. Esa es la gran investigación de la Nasa: encontrar las evidencias de potencial de vida en alguno de esos lugares tan lejanos. Júpiter tiene ese potencial. Todas estas investigaciones conducirán algún día a la humanidad a saber lo que es la vida y la importancia de resguardarla, de protegerla. Tenemos la responsabilidad también, si se descubre en otros lugares, de no contaminarla. Hay una rama de la Nasa llamada Protección Planetaria: todas las naves robóticas que se envían tienen protocolos muy exigentes para no contaminar ningún medio.
¿El próximo hombre fuera del espacio a dónde va?
Se está desarrollando un tipo de transbordador a la Luna, para empezar a colonizar, a colocar estaciones, para tener una presencia más permanente. El objetivo es usar la Luna como base para enviar misiones tripuladas a Marte. Está todo en planificación.
¿La prioridad hoy es la Luna o Marte?
Primero ir a la Luna y después a Marte. Con astronautas. Pero la prioridad de la Nasa y de todos nosotros es salvar la Tierra y que dentro de un millón de años aún estemos aquí.
El futuro del planeta Tierra
¿Dentro de un millón de años la Tierra va a existir como es hoy?
Posiblemente. ¿Pero vamos a estar nosotros aquí? Estamos dañando tanto el planeta, estamos cambiando tanto la biosfera que para nuestra especie va a ser difícil sobrevivir. La Tierra ha tenido más de cinco extinciones masivas que ha sobrevivido; eso está confirmado. Hubo el triásico y el pérmico, que son edades geológicas en las que más del 90 por ciento se extinguió. 65 millones de años atrás, en la era del cretáceo terciario, casi todo se extinguió. Dentro de un millón de años, probablemente el planeta Tierra exista, ¿pero estaremos nosotros como especie viviendo en él? Eso nadie lo sabe.
Su mayor aspiración
"Sería una gran satisfacción ver a Colombia desarrollarse en el área espacial, que tuviera una agencia espacial. Hay muchísima capacidad en este país, capacidad humana, en conocimientos, soluciones innovadoras y tecnología, que por medio de la exploración espacial podría ayudar a la sociedad a mejorar".

Yamid Amat
Especial para EL TIEMPO - 20 de octubre de 2012


http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/ciencia/entrevista-de-yamid-amat-a-adriana-ocampo-cientifica-colombiana-de-la-nasa_12322192-4

Me despido dejando un cariño enorme para todos mis lectores.
Ximena

P.d.: Agradezco al sr. Dilmer Fandiño, quien tan gentilmente me deleita con enlaces poco comunes y más que interesantes.

lunes, 29 de octubre de 2012

Biblioteca novedosa :)

Hola, homeschoolers:


En el metro de Bucarest tuvieron una idea muy interesante: convertir las paredes en una gran biblioteca digital. ¿Cómo lo lograron? Por empezar empapelaron las paredes con un papel tapiz que parecen libros en una biblioteca enorme; luego, con sólo escanear un código QR que aparece entre los libros dibujados, los pasajeros acceden inmediatamente a un capítulo gratis de algún libro para que puedan leer en el viaje.
Interesante ¿no les parece?

 
                                                                                                    Gentileza de:
Cariños para todos, 
Ximena


viernes, 26 de octubre de 2012

Hora de relatos: "QUEREMOS TANTO A GLENDA" - Julio Cortázar

Hola, homeschoolers:
Sigo compartiendo literatura, en este caso:


"Queremos tanto a Glenda" - de Julio Cortázar

A JUAN SORIANO



Cuando Alana y Osiris me miran no puedo quejarme del menor disimulo, de la menor duplicidad. Me miran de frente, Alana su luz azul y Osiris su rayo verde. También entre ellos se miran así, Alana acariciando el negro lomo de Osiris que alza el hocico del plato de leche y maúlla satisfecho, mujer y gato conociéndose desde pianos que se me escapan, que mis caricias no alcanzan a rebasar. Hace tiempo que he renunciado a todo dominio sobre Osiris, somos buenos amigos desde una distancia infranqueable; pero Alana es mi mujer y la distancia entre nosotros es otra, algo que ella no parece sentir pero que se interpone en mi felicidad cuando Alana me mira, cuando me mira de frente igual que Osiris y me sonríe o me habla sin la menor reserva, dándose en cada gesto y cada cosa como se da en el amor, allí donde todo su cuerpo es como sus ojos, una entrega absoluta, una reciprocidad ininterrumpida.

Es extraño, aunque he renunciado a entrar de lleno en el mundo de Osiris, mi amor por Alana no acepta esa llaneza de cosa concluida, de pareja para siempre, de vida sin secretos. Detrás de esos ojos azules hay más, en el fondo de las palabras y los gemidos y los silencios alienta otro reino, respira otra Alana. Nunca se lo he dicho, la quiero demasiado para trizar esta superficie de felicidad por la que ya se han deslizado tantos días, tantos años. A mi manera me obstino en comprender, en descubrir; la observo pero sin espiarla; la sigo pero sin desconfiar; amo una maravillosa estatua mutilada; un texto no terminado, un fragmento de cielo inscrito en la ventana de la vida.


Hubo un tiempo en que la música me pareció el camino que me llevaría de verdad a Alana, mirándola escuchar nuestros discos de Bartok, de Duke Ellington, de Gal Costa, una transparencia paulatina me ahondaba en ella, la música la desnudaba de una manera diferente, la volvía cada vez más Alana porque Alana no podía ser solamente esa mujer que siempre me había mirado de lleno sin ocultarme nada. Contra Alana, más allá de Alana yo la buscaba para amarla mejor; y si al principio la música me dejó entrever otras Alanas, llegó el día en que f rente a un grabado de Rembrandt la vi cambiar todavía más, como si un juego de nubes en el ciclo alterara bruscamente las luces y las sombras de un paisaje. Sentí que la pintura la llevaba más allá de sí misma para ese único espectador que podía medir la instantánea metamorfosis nunca repetida, la entrevisión de Alana en Alana. Intercesores involuntarios, Keith Harrett, Beethoven y Anibal Troilo me habían ayudado a acercarme, pero frente a un cuadro o un grabado Alana se despojaba todavía más de eso que creía ser, por un momento entraba en un mundo imaginario para sin saberlo salir de si misma, yendo de una pintura a otra, comentándolas o callando, juego de cartas que cada nueva contemplación barajaba para aquel que sigiloso y atento, un poco atrás o llevándola del brazo, veía sucederse las reinas y los ases, los piques y los tréboles, Alana.

¿Qué se podía hacer con Osiris? Darle su leche, dejarlo en su ovillo negro satisfactorio y ronroneante; pero a Alana yo podía traerla a esta galería de cuadros como lo hice ayer, una vez más asistir a un teatro de espejo y de cámaras oscuras, de imágenes tensas en la tela frente a esa otra imagen de alegres jeans y blusa roja que después de aplastar el cigarrillo a la entrada iba de cuadro en cuadro, deteniéndose exactamente a la distancia que su mirada requería, volviéndose a mí de tanto en tanto para comentar o comparar. Jamás hubiera podido descubrir que yo no estaba ahí por los cuadros, que un poco atrás o de lado mi manera de mirar nada tenía que ver con la suya. Jamás se daría cuenta de que su lento y reflexivo paso de cuadro en cuadro la cambiaba hasta obligarme a cerrar los ojos y luchar para no apretarla en los brazos y llevármela al delirio, a una locura de carrera en plena calle. Desenvuelta, liviana en su naturalidad de goce y descubrimiento, sus altos y sus demoras se inscribían en un tiempo diferente del mío, ajeno a la crispada espera de mi sed.

Hasta entonces todo había sido un vago anuncio, Alana en la música, Alana frente a Rembrandt. Pero ahora mi esperanza empezaba a cumplirse casi insoportablemente, desde nuestra llegada Alana se había dado a las pinturas con una atroz inocencia de camaleón, pasando de un estado a otro sin saber que un espectador agazapado acechaba en su actitud, en la inclinación de su cabeza, en el movimiento de sus manos o sus labios el cromatismo interior que la recorría hasta mostrarla otra, allí donde la otra era siempre Alana sumándose a Alana, las cartas agolpándose hasta completar la baraja. A su lado, avanzando poco a poco a lo largo de los muros de la galería, la iba viendo darse a cada pintura, mis ojos multiplicaban un triángulo fulminante que se tendía de ella al cuadro y del cuadro a mí mismo para volver a ella y aprehender el cambio, la aureola diferente que la envolvía un momento para ceder después a un aura nueva, a una tonalidad que la exponía a la verdadera, a la última desnudez. Imposible prever hasta donde se repetiría esa ósmosis, cuántas nuevas Alanas me llevarían por fin a la síntesis de la que saldríamos los dos colmados, ella sin saberlo y encendiendo un nuevo cigarrillo antes de pedirme que la llevara a tomar un trago, yo sabiendo que mi larga búsqueda había llegado a puerto y que mi amor abarcaría desde ahora lo visible y lo invisible, aceptaría la limpia mirada de Alana sin incertidumbres de puertas cerradas, de pasajes vedados.


Frente a una barca solitaria y un primer piano de rocas negras, la vi quedarse inmóvil largo tiempo; un imperceptible ondular de las manos la hacia como nadar en el aire, buscar el mar abierto, una fuga de horizontes. Ya no podía extrañarme que esa otra pintura donde una reja de agudas puntas vedaba el acceso a los árboles linderos la hiciera retroceder como buscando un punto de mira, de golpe era la repulsa, el rechazo de un limite inaceptable. Pájaros, monstruos Marinos, ventanas dándose al silencio o dejando entrar un simulacro de la muerte, cada nueva pintura arrasaba a Alana despojándola de su color anterior, arrancando de ella las modulaciones de la libertad, del vuelo, de los grandes espacios, afirmando su negativa frente a la noche y a la nada, su ansiedad solar, su casi terrible impulso de ave fénix. Me quedé atrás sabiendo que no me sería posible soportar su mirada, su sorpresa interrogativa cuando viera en mi cara el deslumbramiento de la confirmación, porque eso era también yo, eso era mi proyecto Alana, mi vida Alana, eso había sido deseado por mí y refrenado por un presente de ciudad y parsimonia, eso ahora al fin Alana, al fin Alana y yo desde ahora, desde ya mismo. Hubiera querido tenerla desnuda en los brazos, amarla de tal manera que todo quedara claro, todo quedara dicho para siempre entre nosotros, y que de esa interminable noche de amor, nosotros que ya conocíamos tantas, naciera la primera alborada de la vida.


Llegábamos al final de la galería, me acerqué a la puerta de salida ocultando todavía la cara, esperando que el aire y las luces de la calle me volvieran a lo que Alana conocía de mi. La vi detenerse ante un cuadro que otros visitantes me habían ocultado, quedarse largamente inmóvil mirando la pintura de una ventana y un gato. Una última transformación hizo de ella una lenta estatua nítidamente separada de los demás, de mí que me acercaba indeciso buscándole los ojos perdidos en la tela. Vi que el gato era idéntico a Osiris y que miraba a lo lejos algo que el muro de la ventana no nos dejaba ver. Inmóvil en su contemplación, parecía menos inmóvil que la inmovilidad de Alana. De alguna manera sentí que el triángulo se había roto, cuando Alana volvió hacia mí la cabeza el triángulo ya no existía, ella había ido al cuadro pero no estaba de vuelta, seguía del lado del gato mirando más allá de la ventana donde nadie podía ver lo que ellos veían, lo que solamente Alana y Osiris veían cada vez que me miraban de frente.


 Gentileza de:
Que tengan un apacible fin de semana,
Ximena

jueves, 25 de octubre de 2012

Homeschooling: Si se lo menciona en todos lados, ¿cuándo van a darse cuenta que es una realidad?

Hola, homeschoolers:
El 'homeschooling' se plantea como una alternativa al método de enseñanza impartido en las escuelasSigo con mi recorrida por la net, buscando herramientas, información, todo lo que nos pueda ser útil, servir de ayuda para exigirle a nuestras autoridades la posibilidad de reconocer como válido y legal a la educación en el hogar, se llame como se llame: homeschooling, homeschool, educación desescolarizada, educación desde casa, etc.

Encontré esta nota en un blog desde el enfoque de periodismo independiente pero apuntando a la parte socioeducativa, en este caso de España:

Por Andrea Jarabo - 25 de febrero de 2011
La escuela es percibida como la principal institución educativa, en cuanto a saberes explícitos se refiere. De hecho, históricamente su función ha estado encaminada a la instrucción de la población. Pocas veces quedan presentes otro tipo de educación al margen de la escuela llegando incluso a asociarse aprendizaje como instrucción escolar. Se quedan fuera de algunas representaciones sociales el hecho de que el aprendizaje es una actividad propia del ser humano que se da en todos los ámbitos y momentos de la vida. A pesar de esto, desde la década de 1990, en España están surgiendo una forma de enseñar que sí que se plantea como sustitutoria de la escuela. Esta forma de enseñar se concretaría en el Homeschooling.
El homeshooling o educación en casa se podría definir como el proceso educativo que se produce en el seno de la familia al margen de la escuela, y que es alternativo a la escolarización. Es decir, es la elección por parte de unos padres (y, a veces, por parte también de los hijos) de educarse dentro del ámbito familiar en vez de dentro del ámbito escolar. Así, según la Asociación por la Libre Enseñanza (ALE), la enseñanza en el hogar “significa asumir de forma integral la educación de nuestros hijos, tanto en los aspectos de la adquisición de conocimientos y habilidades, como en la transmisión de valores y principios, sin delegar ninguna de estas funciones en instituciones educativas, lo que no excluye el contactar con profesionales o especialistas para ampliar su educación”.

Desde ALE se estima que el número de niños que practican esta opción educativa en España es de 4.000, siendo en otros países mucho mayor. Por ejemplo, en EEUU, el número aumenta hasta los dos millones de niños. A pesar de tener estas cifras, el censar a aquellos que realizan esta práctica educativa es muy complicado debido a la particular situación legal en la que están inmersos.
Situación legal del Homeschooling en España
Esta opción educativa surge dentro de un vacío legal. Por un lado, desde la LOGSE (pdf) la educación hasta los 16 años es obligatoria y gratuita, ampliada desde los 3 años en la LOE (pdf). Sin embargo, el artículo 27 de la Constitución Española señala, en primer lugar, que “se reconoce la libertad de enseñanza” y, por otro “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones”. Por otro lado, en el artículo 36 de la declaración Universal de los Derechos Humanos, se afirma que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Dentro de este marco, la situación de aquellas familias se que deciden por esta opción educativa se podría definir como a-legal, ya que el contenido de las diversas leyes es contradictorio. A pesar de esto, el argumento que esgrimen las familias que educan en casa es que la Constitución Española es un documento legislativo de más amplitud y que está por encima de otro tipo de legislación como las leyes educativas, en este caso, la LOE.
Esta situación legal no es la misma en todos los países. Tanto dentro como fuera de la UE está reconocida como legal esta práctica educativa. Así, Gran Bretaña, Italia, EEUU, Francia, Australia o Canadá incluyen dentro de las formas de educación legales la educación en familia. Dentro del ámbito español, asociaciones como ALE o la Coordinadora Catalana para el Reconocimiento y la Regulación de la Educación en Familia trabajan para que esta opción educativa esté reconocida como legítima. Esta petición de reconocimiento está basada en la necesidad de que su opción no se realice de forma clandestina y en una situación de a-legalidad, sino que quienes opten por ella lo hagan con los mismos derechos y deberes que aquellos niños y familias que eligen la escolarización.
A pesar de querer este reconocimiento legal, se niegan a una intervención en los métodos pedagógicos y en el recorrido educativo que lleva el alumno. Dicho de otra forma, se niegan a un control estatal porque supone la subordinación a un currículum oficial. El cumplimiento de éste lleva consigo una determinada práctica pedagógica, cuya evitación será una de las razones (probablemente la más importante) de la elección de este tipo de educación en vez de la escolar. Además, una intervención y control estatal serían contradictorios con la petición de la libertad de elección de contenidos y prácticas de estas familias. Por otro lado, resulta complicada una educación en familia reconocida y no sujeta a un control estatal, debido a que la intencionalidad de la LOE sería asegurar la posibilidad de acceso al conocimiento y a las oportunidades de desarrollo laboral y personal a todos los ciudadanos y, además, en las mismas condiciones. Aunque esto, en efecto, no se dé, aceptar de forma explícita una forma de educación no sujeta a esta homogeneización de oportunidades sería contradictoria con su planteamiento inicial. Al fin y al cabo, este caso concreto se podría conceptuar (al igual que la educación en valores) como una lucha de legitimación como organismo mediador de los conocimientos del niño entre familia y Estado.
Características socioeconómicas de las familias que educan en casa
Tener datos estadísticos de las familias que practican el homeshooling es bastante complicado debido a su situación legal. En el contexto español, hay una encuesta realizada por Carlos Cabo, a la que respondieron 114 familias, y realizada entre diciembre de 2008 y noviembre de 2009, que orienta sobre la situación socioeconómica de las familias homeshoolers, además de sus motivos para educar en casa. Cabe resaltar que no se pudo acceder al formato de la encuesta, por lo que no se sabe cuales fueron las preguntas, siendo éste un elemento que puede cambiar la interpretación de los resultados. Sin embargo, al no tener otros indicadores y al ser utilizados estos materiales por familias afines al homeschooling, van a utilizarse como datos válidos.
En primer lugar, en relación con los estudios de padres y madres de familias que educan en casa, un 57,95% tienen estudios universitarios, frente a un 32,1% con estudios secundarios y un 9,9% con estudios primarios. A pesar de esto, la distribución por género es diferente, siendo el porcentaje de mujeres homeschooles universitarias mayor que el de los hombres. Si se toma la unidad familiar en la que uno de los cónyuges tiene titulación universitaria, entonces las cifras aumentan a un 75% de familias con titulación universitaria. Estos datos nos muestran que aquellos que deciden tomar parte por esta opción educativa son, en su mayoría universitarios. De aquí se pueden sacar diferentes conclusiones.
Por otro lado, el número de graduados universitarios en la población general, según la OCDE es de 29,9% de manera que se puede apreciar una diferencia cuantitativa muy grande en relación con el número de familias homeschoolers con estudios de este tipo (75%). Aunque el manejo de datos por porcentajes no permite establecer relaciones directas, sí que se puede ver que, quizás, a la hora de elegir esta opción educativa, el hecho de tener un nivel cultural más alto (en principio, procurado por unos estudios más avanzados) es un factor importante. Esto podría ser debido a que el proceso de toma de conciencia de los problemas escolares de los que participa el niño, que puede llevar a plantearse la educación de esta forma, necesita de una búsqueda de alternativas educativas. Por otro lado, si se hace una relación positiva entre la titulación universitaria y el estatus socioeconómico, parece importante tener una buena estabilidad económica para dedicarse a tiempo completo a la educación de los hijos, ya que se renuncia a la vida laboral. Sería necesario para hacer estas conclusiones, conocer la situación económica de estas familias. Quizás el investigar sobre esta cuestión es una de las carencias de la encuesta ya que elimina una fuente de datos muy interesante.
En segundo lugar, otro indicador sería el relacionado con la ideología sociopolítica, concentrándose el mayor número de personas en el centro (45,7%), seguidas por un 29,9% que se califican de izquierdas y un 10,3% de extrema izquierda frente a un 12% que se considera de derechas y un 0,5% de extrema derecha Estos datos son relevantes porque plantean el hecho de la heterogeneidad dentro del grupo que educa en casa, de manera que no se trate a este grupo de población como uniforme ideológicamente. Aunque, en todo caso, parece clara la orientación de centro e izquierda, frente a la de derecha.
Por otro lado, hay un apartado especial para la ideología religiosa. Este indicador es fundamental por la asociación que se produce, sobre todo desde los medios de comunicación, de educación en el hogar y religión católica. Esto puede ser debido a la visibilidad de los movimientos homeschooles católicos que existe en Estados Unidos. En este caso, el 76% de las familias se declara no practicante, siendo el restante 24% practicante. Sin embargo, si se analiza la posición ante el fenómeno religioso, se ve que el 56,70% es indiferente, el 8,75% es antirreligioso y el 1,9% es agnóstico. Para el 21%, la religión juega un papel importante en sus vidas y el 11,6% tiene un sentimiento espiritual de la vida. Quizás, aunque este último porcentaje no se considere como religioso, se debería ver la formulación de las preguntas a este respecto ya que puede que haya un sesgo para evitar las respuestas de tipo afirmativo en la cuestión religiosa. Esto podría estar causado por un deseo de dar una imagen de las familias que educan en casa alejada del estereotipo de familia que educa en casa por motivos religiosos. En el análisis que realiza el autor de la encuesta, introduce el último porcentaje señalado dentro de aquellos para los que “la religión cuenta poco o nada”.
El último punto que se va a tratar es fundamental, pues se refiere a los motivos para la no escolarización. El motivo principal (en el que se incluyen el 58% de los encuestados) sería el pedagógico. Con motivos pedagógicos se identifican aquellas familias que no están de acuerdo con la estructura y los procesos de enseñanza que se realizan en la escuela. Es decir, se plantearía la necesidad de otro tipo de educación para sus hijos en tanto que la escuela no satisface las expectativas de enseñanza de estas familias. Así, sería dentro del seno familiar el mejor contexto para educar a los niños. El segundo de los motivos con más porcentaje, el 18,6%, es el personal. Este grupo incluye razones muy heterogéneas que se concretan en características de la idiosincrasia familiar. La inadaptación del niño a la escuela, la imposibilidad de escolarización por enfermedad del niño o la comodidad para la familia (por ejemplo, en cuanto a flexibilidad horaria) serían razones encuadradas dentro de esta categoría.
En tercer lugar, las razones de tipo socio-relacional tendrían el 12,75% del total. Este grupo elegiría la educación en casa para evitar los problemas percibidos por los padres que surgen en el niño derivados del paso por la escuela (tabaquismo, falta de respeto, drogadicción, acoso escolar…). Pero también, por el aumento de la cohesión familiar mediante el contacto continuado de padres e hijos. En cuarto lugar, los motivos ideológico-políticos serían aducidos por el 8,3% de los encuestados. Esta elección de tipo ideológica se realizaría por la conciencia personal del papel que tiene la escuela como legitimadora de ciertos saberes y de ciertas formas de actuar en concordancia con el sistema capitalista. Es decir, percibirían la escuela como una institución homogeneizadora y segregadora, cuya evitación sería entendido como un acto de resistencia frente a lo establecido. En último lugar, el 1,9% de los encuestados se explicó su elección del homeschooling por motivos ideológicos-religiosos. En este caso, estas familias quieren transmitir los valores religiosos en el seno familiar y mantener a sus hijos alejados del laicismo imperante en la sociedad.
De estos datos, los fundamentales parecen aquellos referentes a los motivos de la no escolarización. Este es un proceso costoso que requiere la toma de conciencia de una situación estructural que, en estos casos, es percibida como problemática. En términos generales, aunque los motivos sean de diferente índole, es común la negación de un proceso que se da por naturalizado en la mayoría de los casos: el proceso de escolarización. Por ello, indagar más en los motivos de estas familias, no sólo da muchísima información de aquellos que han decidido educar en casa, si no de qué problemas son percibidos (y, en cierto modo, son una realidad) en el contexto escolar. Por otro lado, sería interesante conocer de los encuestados las características tanto económicas como demográficas para poder realizar una construcción más multifactorial de este conjunto de la población. Además, esto permitiría elaborar explicaciones mucho más complejas y ricas de las que se pueden realizar con sólo estos datos.
La escolarización como indicador de desarrollo de los países
En el proceso de reclamo de un reconocimiento de la educación en el hogar, es importante la clarificación de las posiciones, tanto de la Administración como de las asociaciones de estas familias. Por un lado, tal y como se ha señalado antes, la escolarización es un proceso que se puede entender como un indicador del desarrollo de los países; por ejemplo, mediante la incursión de la dimensión “educación” en el Índice de Desarrollo Humano. En este sentido, el hecho de tener una educación obligatoria de 3 a 16 años sería entendido por la Administración como lo único que posibilita una homogeneidad en el acceso a la educación y el mundo laboral. Por otro lado, la rigidez normativa con la que se constituye la escuela, al ser una institución que debe dar cabida a tan amplio espectro de la población, probablemente produzca una serie de problemas a evitar. Problemas como el fracaso escolar, la no atención a la diversidad, el que el éxito escolar esté más relacionado con el trabajo individual y el apoyo familiar que con la labor docente, hace pensar que la escuela no está cumpliendo el objetivo básico que se había impuesto: favorecer la igualdad de oportunidades.
Ante este hecho, las familias homeschoolers deciden educar a sus hijos en casa. Sin embargo, la falta de control de la Administración sobre la educación de estos niños, sería un problema en el caso de que se reconociera como legítima esta opción. Esto es así porque, al ser la libertad de educación (tanto en contenidos como en métodos) lo que plantean las familias que educan en casa, es incompatible un control estatal. Sin embargo, si el Estado no controlara el proceso educativo de estos niños estaría faltando a la premisa fundamental de la escolarización obligatoria: no habría la seguridad de que estos niños están teniendo las mismas oportunidades que el resto de los niños escolarizados.

Fuente: 
http://periodismosocialyeducativo.wordpress.com/2011/02/25/el-fenomeno-homeschooling-en-espana/

Súper completa, un enfoque sesudo sobre el tema. 

Cariños para todos, 
Ximena

miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Qué son el cerebro, Dios y el amor? (contado por un científico)

Hola, homeschoolers:

Un compañero de foro me pasó el siguiente artículo, al cual no solo encuentro interesante sino exclarecedor en determinadas cuestiones, desde el punto de vista de la ciencia, lógicamente:

Doctor Llinás, ¿qué son el cerebro, Dios y el amor?

Doctor Llinás, ¿qué son el cerebro, Dios y el amor? Por Carlos Fernández (asesor médico de "EL TIEMPO")

El científico colombiano asegura que hoy ve a los colombianos con más ganas de sobrevivir.

Cada vez que visita el país, a Rodolfo Llinás se lo ve rodeado de una pequeña tempestad de gente que lo reconoce como uno de sus más grandes investigadores.
De ese séquito que no le da un respiro hacen parte estudiantes, artistas, políticos, admiradores, funcionarios y, sí, uno que otro lagarto que se muere por una foto con él. Y Llinás responde en su tono acachacado con frases amables en las que, curiosamente, siempre falta algo: el nombre de las personas.
"Es que sufro de anomia", confiesa en tono confidencial uno de los neurocientíficos más reconocidos del mundo, hoy a cargo de la jefatura de ciencias de la Universidad de Nueva York.
"Reconozco a las personas, su vida y milagros, por sus caras, pero nunca me acuerdo de los nombres", dice. Y para dejar bien claro el alcance de su condición, cuenta que hace ya casi 50 años, en Australia, tuvo que preguntarle a su novia cómo se llamaba para poder presentársela a uno de sus maestros.
Volvió a Bogotá para asistir a la inauguración de la sala 'Movimiento: la energía del pensamiento', en Maloka. Con un reconocible sentimiento positivo Llinás asegura que "hoy veo a los colombianos con más ganas de sobrevivir".
¿Los humanos tenemos el mismo cerebro o hay diferencias entre razas, entre hombre y mujer, entre ricos y pobres...?
La similitud de los cerebros es como la de la nariz: todas las personas la tienen, pero no hay dos iguales. El cerebro es el mismo para todos, pero se diferencia en la organización de los circuitos, que se da al azar; aquí la variabilidad es infinita. Hay personas con mayor capacidad para ver los colores, para interpretar música o para ser parlanchinas... Y eso depende de las propiedades intrínsecas de las neuronas, no del color de la piel o del tamaño del bolsillo.
¿Qué nos hace distintos entonces?
Una neurona es como una maraca que suena por su lado, y nunca deja de sonar. Frente a un estímulo externo, o de manera automática, todas las neuronas entran en un estado de 'maraquismo' y suenan a la par, después vuelve cada una a lo suyo... Esa capacidad para cambiar sus ritmos es distinta. Eso nos hace diferentes, pero la gente tiende a exagerar esas diferencias.
¿Para qué las exageramos?
Para sentir que los Rodríguez, son distintos a lo Pérez. Ese tiene las uñas largas y yo las tengo redondas. Eso es importantísimo en los humanos para la supervivencia, porque hay mayor variedad y eso garantiza mayores posibilidades de evolucionar.
¿Qué es la conciencia y donde está?
Es un estado funcional del cerebro, que está en continuo movimiento y donde los valores y las implicaciones de lo que se está pensando forman parte de las mismas cosas. Yo veo una línea azul y puedo decir al mismo tiempo "qué color tan feo". Por supuesto que esto no tiene un lugar específico en el cerebro, está disperso en él.
¿Qué son cerebralmente los valores?
Son patrones de acción fijos que nos impulsan a actuar por un proceso de negociación que se hace desde que se nace. Le pegaron a él y a mí no. Él debe ser culpable...
¿En qué parte del cerebro se elaboran el amor y las emociones?
El cerebro emocional es muy viejo. Es el cerebro truhán, el de los reptiles, donde no existen más que patrones de acción fijos; por eso ellos se acercan o se van si quieren comida; atacan si quieren defenderse, y tienen sexo si quieren reproducirse. Así mismo es el amor...
Si es tan simple, ¿entonces por qué se le da tanta importancia?
Porque el sexo, que es vital para la reproducción, está involucrado. En el afán de controlarlo, por razones sociales, se ha modulado ese patrón cerebral de acción fijo al punto de convertirlo en algo vital para todos.
En definitiva, ¿qué es el amor?
Es un estado funcional, como una golosina, y los enamorados son golosos ("que me ame, que me ame"). Eso hace que se sienta rico y que se activen los sistemas de gratificación. Por eso gusta. Claro, eso es indistinto de lo que se ame o a quién se ame. Amar la plata o a alguien del mismo sexo es, funcionalmente, la misma vaina. Eso sí, nunca es demasiado, nadie se muere por exceso de amor. No es como la epilepsia.
¿Y el odio y la envidia?
Son estados funcionales automáticos de los núcleos de la base del cerebro. Como todos los pecados capitales, no son negociables: el señor se enamoró y, como el que se va de rabo, no hay nada que hacer. Ahora, como todos los patrones de acción fijos, se pueden modular con otros. Por ejemplo, en el caso de la señora que ama a su marido y luego lo odia por infiel, hay un cambio de patrón de acción fijo, que era el amor, por otro, que es el odio... ¡Simple!
¿Y el amor a primera vista?
Funciona como en el cerebro de los pájaros: el patrón de acción fijo estaba activado, disponible y listo cuando apareció la persona que le gustó, y listo.
¿Y el amor eterno?
Ese es de inteligentes que estructuran y modulan los patrones de acción fijos sobre la base de ver al otro como la mano de uno. Cuidarla es mi responsabilidad y viceversa. Saber que no habrá puñalada trapera es la norma. ¡Nunca, primero me matan tres veces! Esa es la clave neuronal del amor eterno, la que mantiene el estado funcional activo y bloquea cualquier cosa que le sea contraria. Es una calidad de estado mental. Si se entiende no hay otra posibilidad que amar al otro; en cambio, querer acostarse con otro y pasarla rico no es amor. Amor es compromiso y cerebralmente está en el cerebro truhán. Uno no se enamora de una mujer porque tiene unas tetas buenísimas, uno se enamora de su cerebro, porque con él se interactúa y se avanza, con las tetas no. Amar es cerebralmente un baile y hay que bailar con el que pueda danzar con el cerebro de uno. Amar es bailar, no hacer gimnasia. Encontrar eso es muy difícil; hallarlo es un tesoro.
¿Cerebralmente qué es Dios?
Es un invento del hombre. Y como todos los inventos humanos, se parece a él. Dios tiene dos razones de ser: a los inteligentes les sirve para gobernar a los demás y a los menos inteligentes para pedirle favores. A todos para explicar lo que no entendemos de la naturaleza. Es una lógica de un primitivismo náuseo.
¿Qué es la inteligencia?
Cerebralmente es la capacidad de abstraer para simplificar y actuar sobre esa simplificación. Cerebralmente está entre un oído y el otro, es decir en todas partes... Y claro, existen diferentes tipos de inteligencia.
¿Qué es un tipo malo, neuronalmente?
Esa no es una condición cerebral, es una condición social. Los ladrones y asesinos son sociales: ¿Por qué roba? "Por mis hijos, los ladrones son ustedes, porque me quitan y luego me castigan por querer recuperarlo".
¿El subdesarrollo es un patrón cerebral?
El país puede estar subdesarrollado, pero yo no. Eso no es contagioso. Ah, no hay cerebros subdesarrollados.
Se dice que solo usamos el 10 por ciento del cerebro...
Esa es una forma estúpida de pensar. Lo usamos todo y nunca se detiene. El cerebro actúa todo siempre; lo que sí sucede es que unas funciones se inactivan para que otras puedan marchar. Eso es necesario.
¿Las nuevas generaciones serán más inteligentes?
No hablen caca...
¿Cómo define a una persona inteligente?
La que es capaz de poner en contexto el mundo externo.
¿Se puede ejercitar el cerebro?
Sí, la labor intelectual genera más labor intelectual...
¿Quién es genio?
Aquél al que no le cuesta trabajo.
¿Y nace o se hace?
Nace con patrones cerebrales específicos: por ejemplo, el que es buen matemático, no es bueno bailando; el que es bueno pintando, se puede enredar haciendo una cuenta.
¿Por qué los científicos no son políticos?
Porque la política es un arte, no una ciencia.
¿Cree que este país debe seguir siendo manejado por esos artistas?
Desgraciadamente no hay más remedio.
¿Tenemos buenos artistas de la política?
No son artistas de la política pura. La mayoría son fracasados de otras disciplinas.
¿Por qué usted pudo y otros no?
Por suerte. Sea lo que sea, no me hice a mí mismo. Si en el momento en que uno nace las narices grandes son favorables, y uno viene con ellas, ¡de buenas! El valor que uno tiene es el problema de los demás, uno no se juzga, lo juzgan los demás. 
¿Cómo se sentiría si mañana encuentra la cura de una enfermedad?
¡Colombianísimo!
Usted es un referente, de los pocos para el país. ¿Qué le significa eso? 
Una cantidad de entrevistas como ésta, la cosa más jodida...

Extraído de: 
http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/salud/doctor-llinas-que-son-el-cerebro-dios-y-el-amor_8929060-4

Cariños para todos, 
Ximena


martes, 23 de octubre de 2012

Hora de relatos: EL GATO NEGRO (Edgar A. Poe)

Hola, homeschoolers: 
En esta oportunidad les traigo un cuento para leer en familia, entre los lectores más grandecitos... o algún corajudo del público menudo. :)


El gato negro, de Edgar Allan Poe

No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.


Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que alguna vez han experimentado cariño hacia un perro fiel y sagaz no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza o la intensidad de la retribución que recibía. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la falsa amistad y la frágil fidelidad del hombre.


Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis preferencias. Al observar mi gusto por los animales domésticos, no perdía oportunidad de procurarme los más agradables de entre ellos. Teníamos pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato.


Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Al referirse a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo era no poco supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua creencia popular de que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas. No quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de recordarla.


Plutón -tal era el nombre del gato- se había convertido en mi favorito y mi camarada. Sólo yo le daba de comer y él me seguía por todas partes en casa. Me costaba mucho impedir que anduviera tras de mí en la calle.


Nuestra amistad duró así varios años, en el curso de los cuales (enrojezco al confesarlo) mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente por culpa del demonio. Intemperancia. Día a día me fui volviendo más melancólico, irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a hablar descomedidamente a mi mujer y terminé por infligirle violencias personales. Mis favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo, conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se agravaba -pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?-, y finalmente el mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor.


Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.


Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.


El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible.


La noche de aquel mismo día en que cometí tan cruel acción me despertaron gritos de: "¡Incendio!" Las cortinas de mi cama eran una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudimos escapar de la conflagración mi mujer, un sirviente y yo. Todo quedó destruido. Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza.


No incurriré en la debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre el desastre y mi criminal acción. Pero estoy detallando una cadena de hechos y no quiero dejar ningún eslabón incompleto. Al día siguiente del incendio acudí a visitar las ruinas. Salvo una, las paredes se habían desplomado. La que quedaba en pie era un tabique divisorio de poco espesor, situado en el centro de la casa, y contra el cual se apoyaba antes la cabecera de mi lecho. El enlucido había quedado a salvo de la acción del fuego, cosa que atribuí a su reciente aplicación. Una densa muchedumbre habíase reunido frente a la pared y varias personas parecían examinar parte de la misma con gran atención y detalle. Las palabras "¡extraño!, ¡curioso!" y otras similares excitaron mi curiosidad. Al aproximarme vi que en la blanca superficie, grabada como un bajorrelieve, aparecía la imagen de un gigantesco gato. El contorno tenía una nitidez verdaderamente maravillosa. Había una soga alrededor del pescuezo del animal.


Al descubrir esta aparición -ya que no podía considerarla otra cosa- me sentí dominado por el asombro y el terror. Pero la reflexión vino luego en mi ayuda. Recordé que había ahorcado al gato en un jardín contiguo a la casa. Al producirse la alarma del incendio, la multitud había invadido inmediatamente el jardín: alguien debió de cortar la soga y tirar al gato en mi habitación por la ventana abierta. Sin duda, habían tratado de despertarme en esa forma. Probablemente la caída de las paredes comprimió a la víctima de mi crueldad contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la acción de las llamas y el amoniaco del cadáver, produjo la imagen que acababa de ver.


Si bien en esta forma quedó satisfecha mi razón, ya que no mi conciencia, sobre el extraño episodio, lo ocurrido impresionó profundamente mi imaginación. Durante muchos meses no pude librarme del fantasma del gato, y en todo ese tiempo dominó mi espíritu un sentimiento informe que se parecía, sin serlo, al remordimiento. Llegué al punto de lamentar la pérdida del animal y buscar, en los viles antros que habitualmente frecuentaba, algún otro de la misma especie y apariencia que pudiera ocupar su lugar.


Una noche en que, borracho a medias, me hallaba en una taberna más que infame, reclamó mi atención algo negro posado sobre uno de los enormes toneles de ginebra que constituían el principal moblaje del lugar. Durante algunos minutos había estado mirando dicho tonel y me sorprendió no haber advertido antes la presencia de la mancha negra en lo alto. Me aproximé y la toqué con la mano. Era un gato negro muy grande, tan grande como Plutón y absolutamente igual a éste, salvo un detalle. Plutón no tenía el menor pelo blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta aunque indefinida mancha blanca que le cubría casi todo el pecho.


Al sentirse acariciado se enderezó prontamente, ronroneando con fuerza, se frotó contra mi mano y pareció encantado de mis atenciones. Acababa, pues, de encontrar el animal que precisamente andaba buscando. De inmediato, propuse su compra al tabernero, pero me contestó que el animal no era suyo y que jamás lo había visto antes ni sabía nada de él.


Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer.


Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal. Era exactamente lo contrario de lo que había anticipado, pero -sin que pueda decir cómo ni por qué- su marcado cariño por mí me disgustaba y me fatigaba. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga creció hasta alcanzar la amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergüenza y el recuerdo de mi crueldad de antaño me vedaban maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o de hacerlo víctima de cualquier violencia; pero gradualmente -muy gradualmente- llegué a mirarlo con inexpresable odio y a huir en silencio de su detestable presencia, como si fuera una emanación de la peste.


Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana siguiente de haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto. Esta circunstancia fue precisamente la que lo hizo más grato a mi mujer, quien, como ya dije, poseía en alto grado esos sentimientos humanitarios que alguna vez habían sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres más simples y más puros.


El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi aversión. Seguía mis pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender al lector. Dondequiera que me sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, prodigándome sus odiosas caricias. Si echaba a caminar, se metía entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o bien clavaba sus largas y afiladas uñas en mis ropas, para poder trepar hasta mi pecho. En esos momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado por el recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo -quiero confesarlo ahora mismo- por un espantoso temor al animal.


Aquel temor no era precisamente miedo de un mal físico y, sin embargo, me sería imposible definirlo de otra manera. Me siento casi avergonzado de reconocer, sí, aún en esta celda de criminales me siento casi avergonzado de reconocer que el terror, el espanto que aquel animal me inspiraba, era intensificado por una de las más insensatas quimeras que sería dado concebir. Más de una vez mi mujer me había llamado la atención sobre la forma de la mancha blanca de la cual ya he hablado, y que constituía la única diferencia entre el extraño animal y el que yo había matado. El lector recordará que esta mancha, aunque grande, me había parecido al principio de forma indefinida; pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razón luchó durante largo tiempo por rechazarla como fantástica, la mancha fue asumiendo un contorno de rigurosa precisión. Representaba ahora algo que me estremezco al nombrar, y por ello odiaba, temía y hubiera querido librarme del monstruo si hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa atroz, siniestra..., ¡la imagen del patíbulo! ¡Oh lúgubre y terrible máquina del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte!


Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios! ¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso -pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme- apoyado eternamente sobre mi corazón.


Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucumbió en mí lo poco que me quedaba de bueno. Sólo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimidad; los más tenebrosos, los más perversos pensamientos. La melancolía habitual de mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodeaba y de la entera humanidad; y mi pobre mujer, que de nada se quejaba, llegó a ser la habitual y paciente víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos de ciega cólera a que me abandonaba.


Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguió mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperó hasta la locura. Alzando un hacha y olvidando en mi rabia los pueriles temores que hasta entonces habían detenido mi mano, descargué un golpe que hubiera matado instantáneamente al animal de haberlo alcanzado. Pero la mano de mi mujer detuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su intervención a una rabia más que demoníaca, me zafé de su abrazo y le hundí el hacha en la cabeza. Sin un solo quejido, cayó muerta a mis pies.


Cumplido este espantoso asesinato, me entregué al punto y con toda sangre fría a la tarea de ocultar el cadáver. Sabía que era imposible sacarlo de casa, tanto de día como de noche, sin correr el riesgo de que algún vecino me observara. Diversos proyectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en descuartizar el cuerpo y quemar los pedazos. Luego se me ocurrió cavar una tumba en el piso del sótano. Pensé también si no convenía arrojar el cuerpo al pozo del patio o meterlo en un cajón, como si se tratara de una mercadería común, y llamar a un mozo de cordel para que lo retirara de casa. Pero, al fin, di con lo que me pareció el mejor expediente y decidí emparedar el cadáver en el sótano, tal como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus víctimas.


El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material poco resistente y estaban recién revocados con un mortero ordinario, que la humedad de la atmósfera no había dejado endurecer. Además, en una de las paredes se veía la saliencia de una falsa chimenea, la cual había sido rellenada y tratada de manera semejante al resto del sótano. Sin lugar a dudas, sería muy fácil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadáver y tapar el agujero como antes, de manera que ninguna mirada pudiese descubrir algo sospechoso.


No me equivocaba en mis cálculos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna, lo mantuve en esa posición mientras aplicaba de nuevo la mampostería en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé un enlucido que no se distinguía del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo enladrillado. Concluida la tarea, me sentí seguro de que todo estaba bien. La pared no mostraba la menor señal de haber sido tocada. Había barrido hasta el menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: "Aquí, por lo menos, no he trabajado en vano".


Mi paso siguiente consistió en buscar a la bestia causante de tanta desgracia, pues al final me había decidido a matarla. Si en aquel momento el gato hubiera surgido ante mí, su destino habría quedado sellado, pero, por lo visto, el astuto animal, alarmado por la violencia de mi primer acceso de cólera, se cuidaba de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir o imaginar el profundo, el maravilloso alivio que la ausencia de la detestada criatura trajo a mi pecho. No se presentó aquella noche, y así, por primera vez desde su llegada a la casa, pude dormir profunda y tranquilamente; sí, pude dormir, aun con el peso del crimen sobre mi alma.


Pasaron el segundo y el tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más respiré como un hombre libre. ¡Aterrado, el monstruo había huido de casa para siempre! ¡Ya no volvería a contemplarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la culpa de mi negra acción me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas averiguaciones, a las que no me costó mucho responder. Incluso hubo una perquisición en la casa; pero, naturalmente, no se descubrió nada. Mi tranquilidad futura me parecía asegurada.


Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de que mi escondrijo era impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar doblemente mi inocencia.


-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida... (En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. Estas paredes... ¿ya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez.


Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón.


¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación.


Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al monstruo en la tumba!

                                                        Gentileza de:

Espero haya sido de vuestro agrado, sin dejar de invitarlos a recorrer o descubrir la obra completa de este autor.
Carinos para todos, 
Ximena